Como ya mencionamos en artículos anteriores, entre los círculos alemanes de Relaciones Exteriores y de Seguridad, también se ha desatado un debate renovado sobre para definir las nuevas directrices de una futura política exterior hacia Rusia.
Un ejemplo es la edición de julio del boletín del Wismar Ostinstitut, que publicó un artículo titulado “Cómo queremos vivir con Rusia -sobre la necesidad de tener una estrategia de largo plazo. Necesitamos Minsk III,” escrito por Andreas Steininger y Achim Schramm, miembros del consejo de tal instituto.
Los autores analizan la inexistencia de una arquitectura de seguridad en Europa. Con Ucrania como ejemplo, juzgan que no hay una estrategia para la salida del estancamiento. La falta de confianza es un factor importante y el hecho de que los acuerdos Minsk II estén paralizados, aún con la propuesta de crearse una fuerza internacional de protección, que debe ser profundizada.
La solución sugerida es una estrategia de “trabajo paso a paso,” con la retirada de la mentalidad de cañón por cañón, rifle por rifle, para hacer posible la reconstrucción de la confianza a cambio de elecciones regionales concedidas por Kiev. Esto exige paciencia -un acuerdo Minsk III.
Los autores proponen también que debe pensar en una nueva conferencia para la seguridad y la cooperación europea. Luego de la conclusión del Acta Final de Helsinki, en 1974, y del Memorando de Budapest de 1994, ha pasado mucho tiempo, y las relaciones continentales se han alterado de manera fundamental.
El principio de Helsinki es importante, pero es necesario asegurar que principio de no interferencia, el respeto de los derechos humanos y la renuncia a la violencia significan, en términos de un acuerdo Minsk III. Para ellos, Ucrania debería recibir un status neutro y asistencia financiera y económica de la UE. Debería haber más garantías de seguridad para los estados bálticos, al tiempo que Rusia debería ser integrada institucionalmente, con la oferta de la suspensión de las sanciones en vigor.
Existe también la necesidad de extender tal arquitectura de seguridad al campo de las relaciones civiles y económicas, es decir, ofrecer a Rusia y a la Unión Euroasiática “claras perspectivas económicas de cooperación, que vayan más allá de la reducción gradual de las sanciones.” Como en el acuerdo de amistad entre Alemania y Francia, las sociedades ciudad-ciudad y los programas de intercambio de jóvenes se deben mejorar y se deben crear más sociedades escolares.
Informan, igualmente, que se debería liberar las visas de viaje de los ciudadanos rusos. Desde la visita de la canciller Angela Merkel en mayo pasado a Sochi, donde se reunió con el presidente Vladimir Putin, la percepción es que también Europa Occidental quiere normalizar las relaciones con Rusia.